Monólogo Perros.
Los perros son como las plantas, hay de dos tipos. Están los perros grandes, fuertes y peludos, que necesitan espacio y terreno para correr, los perros de exterior, digamos. Y luego están los pequeñitos, mimosos y juguetones, más familiares, los de interior. Pero dentro de este segundo grupo existe una rara variedad con sus propias características y peculiaridades: el chucho de mierda.
Este es un tipo de perro más parecido a un parásito que a una mascota. No juega, no ladra, no hace ruido, nunca sabes dónde está hasta que lo pisas... Se dedica sólo a vagar por la casa persiguiendo como una sombra a quien le toque el turno de sacarle a la calle para hacer sus necesidades. No puede aprender a dar la patita, a ver como coño se le enseña a que salga y vuelva solo. Qué va, qué va...
Tú estás sentado en el sillón, muy ocupado y concentrado “estudiando” ¾vamos, tocándote los huevos o lo que te salga de ellos en ese momento¾, cuando empiezas a escuchar unos angustiosos jadeos que esta vez no parecen proceder de la televisión. Primero levantas una ceja y deslizas la pupila derecha hacia el suelo, y allí está, como una esfinge, la puñetera mancha peluda, más tiesa que el cobrador del frac, que te clava la mirada con cara de No te hagas el loco tío, que te tengo fichao. Y tú sólo piensas No jodas, no jodas, no jodas...mientras levantas la otra ceja y vas enfocando poco a poco con el ojo izquierdo el reloj de pared: una aguja, otra aguja... y tras unos momentos de reflexión cognitiva calculas y ¡joder, las dos menos cinco! Ya sabemos dónde estaba el reloj que no encontraba el abuelo, ¡se lo había comido el perro! Entonces vuelves a mirarle y parece que le oyeras: ¿A que jode...? ¿A que jode...? ¿A que jode...? ¿Que los perros no sonríen? ¡Y una mierda!
Pues nada, le pones la correa y a la calle. Ya estás cagando a toda leche, cabrón, le dices. Pero el chucho de mierda no sale para cagar y regar las plantas, no. Él pasea, olfatea, echa una meadita...y planta sus cojones en mitad del paterre pa ponerse a contemplar el parque... Pues sí, pues sí que lo han dejao bonito, sí... Luego observa a sus compañeros... ¡Anda, mira “Chuchi” cómo planta un pino...! ¡Y mira “Pulga” cómo remoja el arbusto..! Qué majetes que son..? Y tú, que está ahí parao con él pegándole tirones de la correa para ver si se mueve, piensas: ¡Joder, pues a ver si haces tú lo mismo!
Es cierto que no hay un buen momento para sacar al perro. ¿Que no hace frío? Pues hala, un sol que no puedes abrir los ojos. ¿Qué no hace calor? Pues un viento que a ver quién camina. Eso si no empieza a chispear. Pero eso sí, el chucho de mierda ni caga ni mea ni siente frío ni calor. Pasea, pasea, pasea, vuelve para atrás, enreda la correa, se para, olfatea, sigue paseando, se tumba a morder una botella de plástico... Tu tiritas y te empapas, pero a él le resbala, ¡más a gusto que la madre que lo parió, ahí tirao en la hierba el desgraciao!
Por otro lado, el chucho de mierda es un rato valiente. Basta que se le acerque otro perro para que se pare y le mire desafiante: Eh, tú, sí, tú, ¿me miras a mí? Eh, ¿me miras a mí, mamón? Da igual que el bicho sea un Rottweiler o un Doberman con malas pulgas, el chucho de mierda, aunque no levante dos palmos del suelo, se pone chulo con quien sea. Tú le miras y piensas: ¿Dónde vas, criaturita de Dios? A ver cómo te encuentro luego yo entre los dientes de esa pedazo bestia. Mi perro un día, por las buenas, se tiró encima de un pastor alemán que pasaba por allí, y hacía como que quería morderle. ¡Pero si no le llegaba la boca a abrirla tanto! ¡Como no quisiera pellizcarle! El caso es que el Pastor no movió ni una pestaña y cuando levanté al mío por la correa nos miró a los dos como si se descojonase de risa. El que sí se descojonaba era su dueño. Joder, qué vergüenza más grande.
El chucho de mierda también disfruta olisqueando los culos de otros perros. Lo que pasa es que, al menos el mío, solamente olisquea los culos de perros macho, que ya estoy yo empezando a mosquearme. Lo que me faltaba ya: feo, canijo, torpe, suicida y maricón. Vamos, que mejor me saldría presentarlo a algún programa de la tele, que todavía me lo cojen como presentador o tertuliano. Por lo menos, si me sale perro-gay, me aseguro no tener más chuchos de mierda en casa en el futuro.
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