Letras de Sangre: El Sótano
Buscando desesperadamente una novela de Terror con la que entrar en calor antes de volcarme en la corrección de mi último borrador, topé por casualidad con El Sótano, de David Zurdo y Ángel Gutiérrez. Leí la contraportada, recordé haber sabido de ella en alguna ocasión, via Facebook, radio, o no me acuerdo, y me dije que eso era exactamente lo que necesitaba.
Tan contento pagué los euracos necesarios y me la llevé a casa, y qué ilusión, cuando empiezo a leer y me meto en una trama de okupas que se cuelan en un edificio abandonado, envueltos en misterio, oscuridad y un tufillo a crimen que no se lo quitan de encima. Pensé que había acertado de pleno.
Entre aventura y aventura de los chicos en el edificio se iban intercalando capítulos acerca de un periodista borracho y sus problemas familiares. Muy bien, pensé, me llevarán a algún sitio. Pues bueno, ambas historias, que parecen paralelas aunque en realidad no lo son tanto, sufren un curioso caso de proporcionalidad inversa: a medida que la historia de Eduardo, el periodista, gana interés, la de los chavales okupas lo pierde.
A la misma velocidad, además: como un tiro.
Porque mientras Eduardo se mezcla con tramas de espías, de acoso invisible, de misterios ocultos y claves ocultas y personajes ocultos, tirando de un hilo que de hecho resulta aterrador, lo que les pasa a los okupas en el edificio se vuelve tremendamente previsible, frío, casi distante y sobretodo, con la sensación de rapidez. Todo pasa rápido, de manera fugaz. Pum, ya está todo el Terror vendido.
En El Sótano, David Zurdo y Ángel Gutiérrez me han decepcionado precisamente en el apartado por el cual compré su novela. Quería sentir Terror, el pánico de esos okupas convertidos en presas y encerrados en la oscuridad. Quería más edificio aterrador, más pasajes horrorosos, más falsas alarmas, más tensión, más sótano, más gritos... Y sin embargo me queda el regusto de que por toda esa parte de la trama se pasó de puntillas.
La historia de Eduardo no deja de ser espectacular, un gran personaje, una gran historia detrás, un tremendo enigma... Un diez para el desarrollo de la parte que le toca a Eduardo, sin embargo, como léctor ávido de Terror, El Sótano no terminó de completarme.
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