miércoles, 25 de marzo de 2009

Monstruos de Papel: Jekyll y Hyde


Pocos personajes de la literatura universal son tan malvados, tan diabólicamente salvajes como el Doctor Jekyll o, más exactamente su alter ego Mister Hyde.

En 1886 -una vez más, fines del siglo XIX- Robert Louis Stevenson supo crear un icono de la medicina psicológica, un mito de la literatura policiaca y de misterio y un personaje cinematográfico explotado de mil maneras diferentes. Su novela, todo un clásico: El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde.

No hace mucho hablaba de las peculiaridades que llevaban a algunos de estos Monstruos de Papel a ser lo que son. Comentaba que Drácula era un monstruo por la maldición que había adquirido al morir, o que la Criatura de Frankenstein era así por cómo un científico con delirios de grandeza le había fabricado. El Hombre Lobo es un ser enfermo, condenado a su destino semianimal, pero hay otros, como El Hombre Invisible, que son lo que son porque se lo han buscado.

Quizá sea éste, el científico trastornado que falla en su experimento y queda sometido a su poder, el que más pueda parecerse al personaje de El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, quizá, pero no exactamente.


Porque al contrario que el Hombre Invisible y algunos otros, no es un accidente lo que convierte al Doctor Jekyll en un engendro sin moral ni ataduras sino algo mucho más terrible que eso, que deriva directamente del entorno y ambientación que Stevenson pretende y consigue dar a su novela.

Estamos en plena época victoriana, en Londres, por supuesto. Las apariencias y la imagen lo son todo para una sociedad inglesa anclada en anticuadas tradiciones, en anquilosados estilos de vida y decadentes estereotipos que en realidad ocultan un sustrato mucho más zafio y mísero que da como resultado, por ejemplo, que pueda existir un personaje tan real como Jack El Destripador.

Caballeros y damas de día, vicios y libertinaje -eso sí, ocultos- por la noche.

No es de extrañar que en este clima de frágil superficialidad y apariencias un escritor con la imaginación desbocada de R.L. Stevenson empezara a preguntarse por esa dualidad entre el bien y el mal que habita en cada hombre. Así nacieron el ambicioso Doctor Jekyll y el malvado Mister Hyde.


¿Por qué digo que pocos personajes de la literatura de horror son tan explícitamente malvados? Pues porque Mr. Hyde es desde su nacimiento un retrato, una recreación del mal en sí mismo. Representa la cara oculta, la parte oscura del ser humano, esa zona reprimida por los sentimientos de culpa, por las normas y moral sociales y por el miedo a la represalia. Mister Hyde es todo lo malo que un ser humano querría ser.

Imbuído por esa sociedad aparente, el Doctor Jekyll se pregunta cómo sería poder dar rienda suelta a todos sus deseos, a todas esas conductas que el mundo victoriano entendería como inapropriadas, viciosas, deplorables, y se pregunta, además, cómo hacerlo escapando de las garras de la justicia.

La novela de Stevenson nunca aclara qué conductas son las que quiere practicar Jekyll pero a juzgar por las pistas y por lo que conocemos de ese Londres de finales del XIX podríamos estar hablando de robo, asesinato, prostitución, sodomía, homosexualidad, drogas...

El Dr. Jekyll consigue dar con una pócina, una misteriosa combinación que incluye determinadas sales, que es capaz de inhibir su parte racional, de resaltar su zona oscura, de camboar incluso su fisonomía y de otorgarle además un incremento de fuerza, de astucia y de agudizar su inteligencia para el mal. Convertido en Mr. Hyde podrá salir cada noche por esa puerta trasera de su laboratorio, cometer todas las fechorías que quiera y al regresar hacer desaparecer completamente al culpable.

En un principio esas transformaciones serán siempre controladas, derivadas del uso de esa pócima adictiva y perversa, pero poco a poco empezarán a asaltar a Jekyll sin previo aviso, cada vez más frecuentes, poniendo en peligro su identidad y su cordura, convirtiendo a Hyde en un ser incontrolable. Se le terminará su provisión de pócima maestra, preparará más pero ésta no surtira el mismo efecto, algún ingrediente falla. Ante la terrible perspectiva de verse abocado a pasar el resto de sus días convertido en su mayor pesadilla, el Doctor Jekyll solamente hallará una salida.

Así transcurre a grandes rasgos El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, una de las novelas más influyentes de la literatura gótica o de Terror, un ejemplo de obra maestra ligada al género policiaco cuyo temática y transfondo psicológico ha servido tanbién para el estudio de muchos trastornos de la psique humana.

Porque más allá de la novela de suspense está el análisis de la dualidad psicológica entre el bien y el mal, del desdoblamiento de personalidad, de los trastornos esquizofrénicos y hasta de la represión sexual y los deseos ocultos, tocando de lleno las raíces del psicoanálisis.

El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde es mucho más que una novela de Terror de finales del XIX, nos presenta unos personajes psicológicamente activos incluso hoy en día. Ejemplos hay miles, desde los personajes de El Club de la Lucha hasta la dicotomía bien/mal que atenaza a Darth Vader/Anakin Skywalker, pasando por seres de cómic como Hulk o de teleserie como la Nikky Sanders de Héroes.

El mito de Jekyll y Hyde está vigente hoy y lo estará siempre, representando ese momento en que por una razón u otra nuestra parte mala toma el control y se apodera de nosotros mismo. Recordándonos que el peor Terror es siempre el que surge del interior del ser humano y que cualquiera, por muy respetable o adorable que sea, puede convertirse de repente en villano.


Mil veces adaptados, versionados o recreados en teatro, televisión o cine, el Doctor Jekyll y Mister Hyde son un par de verdaderos Monstruos de la literatura.

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