lunes, 29 de noviembre de 2010
sábado, 11 de septiembre de 2010
Los Ojos de Dios, nueva novela de Miguel Aguerralde.
Todo parecía normal en Madrid. Ríos de gente fluían por sus calles chocando unos con otros sin levantar la vista del suelo. La mañana era cálida, como correspondía a aquella época del año. El día, sin embargo, resultaba rutinario y aburrido, desesperadamente aburrido. Y, bueno, también estaba lo del eclipse.
[...]
Todo parecía normal, sin embargo, nada lo era. Pronto el pánico comenzará a apoderarse de la ciudad y las calles se habrán convertido en un auténtico campo de batalla. Un nuevo Mesías ha llegado para ejercer su siniestro poder sobre la Tierra. ¿Se atreverá alguien a hacerle frente?
Con esta novela Miguel Aguerralde, autor de Claro de Luna y Noctámbulo, se sumerge en el terrorífico mundo de las sectas, los fanatismos y la aventura de la supervivencia.
Atrévete a descubrirla en
http://www.23escalones.com/
Los Ojos de Dios nace con el sello de la editorial digital 23 Escalones, lo que supone un paso más en el avance del libro electrónico en nuestro país, ahora que por costes y difusión tantas ventajas estamos encontrando a este formato. Sólo espero que os animéis a comprarlo y quizá a comentar qué os ha parecido.
jueves, 19 de agosto de 2010
Vacaciones. A leer.
sábado, 31 de julio de 2010
Letras de Sangre: Shutter Island.
No puedo afirmar que el libro sea mejor ni peor que la película porque mi ánimo no era el de comparar sino el de ampliar información, por lo tanto me queda un regusto amargo porque no he encontrado nada nuevo. Supongo que eso es un punto a favor de Scorsese, que ha sabido crear una adaptación no sólo fiel sino además en algunos puntos superior a esta espléndida novela.
lunes, 26 de julio de 2010
Letras de Sangre: Aquella Biblioteca.
El mapa de todos los tesoros, la llave de todos los secretos, está en una biblioteca.
El primer recuerdo que tengo de una biblioteca no es probablemente de la primera biblioteca en la que estuve. La que recuerdo no es una biblioteca de colegio, ni una estantería en el salón de mis padres, no, la biblioteca que recuerdo era una cueva mágica, más mágica que la de Alí Babá y sus cuarenta ladrones.
Y digo una cueva porque era un sótano, y digo mágica porque contenía tantos tesoros, todos los tesoros del universo, todos los cuentos, misterios e historias que alguna vez alguien había contado. Cómo podía ser que yo no la hubiera encontrado antes.
Siempre había habido libros en mi casa, pero eran “libros de padres”, eran lomos de color y olor a viejo que completaban los muebles, casi ocultos detrás de los portarretratos, estorbando para limpiar el polvo. En el cole nos hacían leer pero, uf, a mi no me apetecía leer porque alguien me lo impusiera, leer así era aburrido. A mi me gustaban los tebeos, mortadelos y zipizapes que mi madre me compraba cuando me portaba bien al visitar al médico. Tendría unos ocho o nueve años.
Nos cambiamos de ciudad y en la nueva encontré, entre paseos en bicicleta en busca de un helado en aquel verano que recuerdo tan caluroso, un edificio gris, feo y rocoso como un bloque gigante de granito, en mitad del parque donde jugaba a esquivar árboles o a dejarme las rodillas contra ellos, según la pericia al manillar que tuviera cada día. Se llamaba Casa de Cultura. Y no sé por qué me dio por entrar.
Había un salón de actos, un teatro enorme, el más grande que jamás había visto, teniendo en cuenta que no había visto ninguno antes, creo yo, pero estaba vacío. Un letrero de color, no sé, puede que amarillo, indicaba que abajo, más allá de la escalera que se perdía tras un rellano en ele, estaba la Biblioteca. ¿Una biblioteca en un sótano? Bajé. Y empujé sus puertas dobles. Y una señora de gafas apenas levantó la vista para mirarme y señalar un cartel pegado a la columna: “En la Biblioteca guarde silencio”.
¡Uau, un lugar dónde no se podía hablar! Sólo leer, hojear, buscar, investigar, elegir entre miles de libros, ¿miles? ¡Millones! ¡No cabía ni uno más! Había tintines y Astérix a montones, había libros más finos y con dibujos, otros más serios pero cuyos títulos me recordaban con fuerza a películas y series de la tele. Tarzanes, islas con tesoro, mosqueteros, viajeros a la luna y hasta al centro de la tierra. Había un rincón de detectives, con sombrero raro y pipa, y también encontré aventuras en países de los que ni conocía el nombre, descubrí monstruos marinos y submarinos, terrestres y voladores.
Había mucho, tanto, que supe enseguida que se necesitaría mucho tiempo para leer todo aquello, y me pregunté si alguna vez alguien lo habría hecho. Supuse que no, claro, que era imposible, pero sin embargo había gente intentándolo. Había muchas mesas como las de mi cole y la mayoría ocupadas. Había hasta niños de mi edad, aunque aún no los conocía porque no había empezado el colegio.
Aquel lugar era increíble, y era todo para mí, para mí cualquier día de la semana, a cualquier hora, gratis y por todo el tiempo que quisiera mientras lo devolviera después en buen estado. ¡Y sólo tenía que sacarme un carné!
Al día siguiente regresé con las fotos y mis datos apuntados en un pedazo de papel que le entregué a la señora de gafas. Recuerdo mis nervios, porque fui solo. Lo primero que firmé en mi vida, fue el carné de la biblioteca.
Casi ha pasado un cuarto de siglo, y no concibo un lugar sin biblioteca. Sin ese espacio para sentarse a escribir, a leer, a hacer los deberes, a compartir los apuntes. Sin ese rincón donde encontrar enciclopedias, diccionarios de todos los idiomas, mapas de todas partes. Sin el testimonio de la historia, de las biografías de personas de las que aprender. No concibo un lugar sin libros al alcance de todos.
Tal vez por haber pasado tanto tiempo entrando y saliendo de una u otra biblioteca, hojeando, tomando y devolviendo libros de cinco en cinco, daba por sentado que era algo a lo que todos, niños y niñas, mayores y pequeños, estudiantes o jubilados, teníamos derecho.
Un pueblo nace y crece por su cultura, y tenemos la suerte de poder guardar la cultura en los libros. Pongamos la cultura en las manos de la gente de Playa Blanca.
Miguel Aguerralde, maestro y escritor.
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lunes, 12 de julio de 2010
Letras de Sangre: Zombi: Guía de Supervivencia, de Max Brooks.
Bien, para empezar esto no es un libro. No lo compréis pensando que váis a leer una novela porque no es así. Zombi: Guía de Supervivencia Zombie es una grandísima sarta de gilipolleces, ordenadas y explicadas a modo de guía o manual de qué hacer en un caso real, con el mismo interés que el libro de instrucciones de un mueble de Ikea.
La cantidad tan apabullante de palabrería, de hipótesis, de chorradas que tenemos que aguantar en Zombi: Guía de Supervivencia es descorazonadora. Es un ¿todavía hay más? ¿De verdad hay tantas posibles armas? ¿De verdad hay tantos sitios donde esconderse? ¿De verdad me quieres enseñar a preparar mi casa y equipar la despensa por si nos atacan los zombies? ¿Paso a paso?
Lo compré en la pasada Feria del Libro sabiendo que era una chorrada pero al menos esperaba leer una chorrada divertida, o si no, que asustara, joder, que entretuviera! Pero nada, páginas y más páginas de estupideces reiterativas y aburridas que me hacen plantearme dónde queda el progreso de la humanidad si este libro se ha vendido como rosquillas y Max Brooks ha recorrido su país dando conferencias multitudinarias ¡para explicar esto!
En fin, no lo leáis, vamos, no lo compréis. Yo en la página 110 ya he empezado a darle para adelante, y al ver que seguía igual... bueno, ahí se queda. Hay quien no deja un libro hasta que lo termina, por malo que sea. ¡Yo no puedo! ¡Con todo lo que tengo por leer y por hacer no le voy a dedicar un segundo a esta pérdida de tiempo!
Eso sí, de Zombi: Guía de Supervivencia me ha calado lo de que en caso de un ataque lo primero que hay que hacer es llenar la bañera para no pasar sed si cortaran el agua. Interesante.
jueves, 8 de julio de 2010
BookTrailer de 'Claro de Luna', de Miguel Aguerralde
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domingo, 4 de julio de 2010
Presentación de 'Noctámbulo', de Miguel Aguerralde.
¿Quién detiene a un asesino al que no se puede detener?
¿Quién mata a un enemigo que ya está muerto?
¿Cómo dar caza a un cazador?
¿Quién es Sable?
Noctámbulo.
Miguel Aguerralde ofrece, en Noctámbulo, una versión personal y actual del mito del vampiro, un personaje que el autor siente «a flor de piel» y con el que se identifica plenamente, por su «sentimiento de disconformidad» con lo que le rodea. Pero a este propósito del autor de reinventar un mito, se une otro: el de construir una novela negra, «un policiaco en toda regla, con detectives, con malvados, con misterio e intriga. Quería víctimas y quería asesinos, y qué mejor asesino que un vampiro. Y qué cuento de vampiros no es a su vez una tragedia romántica terrible…», explica con gran entusiasmo. Así, su novela da respuesta a preguntas como las siguientes: «¿Quién detiene a un asesino al que no se puede detener? ¿Quién mata a un enemigo que ya está muerto? ¿Cómo dar caza a un cazador?».
Noctámbulo narra la historia de Sable, un misterioso asesino, que llega a una ciudad nublada por la corrupción y por el desencanto, para liquidar a todos los integrantes de una trama mafiosa. La forense Paula Montero participa en la investigación analizando los cadáveres que, amanecer tras amanecer, llegan a la morgue, y trata de encontrar una explicación a por qué aparecen sin una gota de sangre, por qué esos rictus de terror, así como qué significan las marcas del cuello que irremediablemente recuerdan a una broma macabra sobre vampiros. Pero, no sólo de mafiosos se nutre ese asesino bromista, la morgue comienza a albergar también cuerpos de víctimas anónimas, muertes sin relación aparente que presentan los mismos detalles.
Hace muchos años que Paula Montero y su hermano Javier no tienen noticias de Diego, su viejo amigo de la infancia. Eso resulta particularmente doloroso para Paula, que siente por él una atracción especial.
Hoy Paula es forense criminalista en Las Palmas y está enfrascada en uno de los casos más complicados de su reputada carrera: las víctimas aparecen brutalmente asesinadas en las condiciones más insólitas y sin una gota de sangre en sus cuerpos.
Ahora Diego aparece de nuevo en su vida. Pero ahora Diego es un asesino a sueldo. Y ahora Diego está muerto.
Esta es la historia de Sable, el Noctámbulo.
Sin duda, Miguel Aguerralde ha logrado traspasar, a las páginas de su nueva novela, el cariño que siente por sus personajes, para dar vida a una historia amena, que sienta sus bases en «la libertad de cada uno para girar tantas veces como aguante la tuerca de un mito universal». El suyo, su mito, su vampiro «trabaja como asesino a sueldo porque, igual que cualquier habitante de este mundo, necesita dinero. Trabaja para una agencia que no conoce, utiliza la red para conocer sus objetivos y cobra un sueldo de muchas cifras que le permite mantener un buen alquiler, vestirse, desplazarse, adquirir la tecnología a su alcance, tener aficiones, viajar, disfrutar la eternidad a la que le han condenado. Además, su propio trabajo le recompensa por alimentarse, qué más puede desear un vampiro», afirma.
En cuanto a los escritores que han influenciado la escritura de Noctámbulo, Miguel Aguerralde evoca Lestat, el vampiro, de Anne Rice (segunda parte de Entrevista con el vampiro): «No me gustó nada, lo reconozco; pero me abrió los ojos a unos personajes que sólo había visto en películas, de los que sólo había oído en las típicas historias para niños. Me sirvió para interesarme por el vampiro en la literatura». Tiempo después, leyó Drácula, y «disfruté con la revisión moderna que del mito hace Stephen King en El Misterio de Salem's Lot, una de mis novelas de cabecera, junto con Soy Leyenda, de Richard Matheson».
Trayectoria
Miguel Aguerralde Movellán nació en Madrid a finales de los setenta, pero siendo aún muy pequeño su familia se estableció en Las Palmas de Gran Canaria. Ha compaginado una infinidad de ocupaciones con su vocación de escritor. En la actualidad se dedica a la docencia, colabora como redactor para la web www.cinecutre.com y dirige el blog de cine y literatura de terror www.desdeelsotano.es. Hasta el momento han visto la luz dos de sus novelas: Claro de Luna y Noctámbulo, ambas en Ediciones Idea.
jueves, 1 de julio de 2010
Microrrelato Z: Unas gotitas de curiosidad.
Dani era todavía muy pequeño, pero lo bastante mayor para saber lo que había visto. Aquel tampoco había sido su primer funeral, antes de enterrar a mamá habían tenido que despedir a papá tres años atrás, así que ya sabía lo que era normal en un entierro y lo que no. Y lo que acababa de ver, sencillamente, no lo era.
Estaban de pie junto a la entrada del cementerio, tenía de la mano a su hermanita, Claudia, mientras esperaban que tío Andrés terminase de despedir a los invitados. Desde allí había visto a una extraña mujer acercarse, primero, y arrodillarse, después, junto a la tumba de su madre. Era una vieja encorvada, llevaba un pañuelo azul entorno a la cabeza y en la mano un objeto de cristal que titilaba bajo la luz mortecina del atardecer. Se inclinó sobre la tierra todavía fresca y empezó a mover el objeto por encima de ella como si dejara caer gotitas de perfume. De repente pareció sentir la mirada del niño desde la entrada y se giró hacia él, le miró con su único ojo, no es que tuviera un parche o una prótesis de cristal, no, es que su cuenca izquierda estaba completamente vacía. A Dani, por algún motivo, aquella mujer le resultaba tremendamente familiar, como si la hubiese visto antes. Cuando el niño empezó a temblar la vieja le sonrió con los tres dientes amarillos que le quedaban y acto seguido se alejó de la tumba escabulléndose entre los árboles y las lápidas.
Dani era todavía muy pequeño, pero estaba seguro de lo que había visto. Mientras tío Andrés seguía hablando con unos adultos, tiró de la mano de su hermana y empezaron a subir la colina hacia donde yacía su madre. La huella de la mano de la anciana todavía se distinguía sobre el montículo de tierra que se había formado al cubrir la tumba. También se notaban ciertas motitas húmedas, gotas del líquido que la vieja había derramado y que empezaban a filtrarse rápidamente. Dani no entendía qué significaba aquel ritual y Claudia sólo miraba aquella humedad secarse sin saber por qué su hermano la había llevado hasta allí. Pero entonces la tierra empezó a temblar, a moverse. Algo se estremecía dentro de la tumba. Los niños se acercaron un poco más, las piedritas de lo alto del montículo parecían danzar como si bajo ellas zumbara un enjambre de abejas. Dani acercó los dedos para tocarlas cuando súbitamente una mano azulada y fría surgió de la tierra y se aferró a su muñeca. Aquellos dedos muertos se le clavaban en la carne como unas tenazas de acero. La tierra sobre la tumba comenzó a abrirse. Lentamente, muy despacio, de aquella profundidad brotaron docenas de gusanos y lombrices, jirones de pelo, astillas de madera quebrada, pedazos de un vestido azul desgarrado por el empuje de unos músculos inertes, una peste a carne rancia que arrugó la nariz de los niños, petrificados por el horror. La segunda mano agarró el pelo de Claudia, la cabeza deforme surgió de la tumba como una exhalación e incrustó sus mandíbulas en el cráneo de la niña.
Entre los gritos histéricos de su hermana, el niño escuchó otra voz a su espalda, era la voz de la vieja.
-Alégrate, Dani. Mamá ha vuelto.
martes, 22 de junio de 2010
Letras de Sangre: Y pese a todo… de Juan de Dios Garduño.
En pleno enfrentamiento, y ante la devastación que producen las armas nucleares, los rivales deciden utilizar las armas químicas, más baratas y más fáciles de fabricar. Se crean nuevas cepas de virus ya existentes, utilizando el ADN recombinante y extinguiendo así a casi toda la población mundial.
domingo, 13 de junio de 2010
Letras de Sangre: 'Noctámbulo', ya a la venta.
Hace exactamente un año estábamos de enhorabuena por la publicación de 'Claro de Luna', la primera novela de Miguel Aguerralde. Un sueño cumplido y una ilusión terrible que no sabíamos hasta dónde podía llegar.
Hace muchos años que Paula Montero y su hermano Javier no tienen noticias de Diego, su viejo amigo de la infancia. Eso resulta particularmente doloroso para Paula, que siente por él una atracción especial.Hoy Paula es forense criminalista en Las Palmas y está enfrascada en uno de los casos más complicados de su reputada carrera: las víctimas aparecen brutalmente asesinadas en las condiciones más insólitas y sin una gota de sangre en sus cuerpos.Ahora Diego aparece de nuevo en su vida. Pero ahora Diego es un asesino a sueldo. Y ahora Diego está muerto.Esta es la historia de Sable, el Noctámbulo.
¿Quién detiene a un asesino al que no se puede detener?¿Quién mata a un enemigo que ya está muerto?¿Cómo dar caza a un cazador?¿Quién es Sable?Noctámbulo.
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viernes, 11 de junio de 2010
Microrrelato Z: Voy a abrir la Puerta
Los golpes en la puerta y en las ventanas se han convertido ya en la música habitual. No tenemos más esperanza que aguardar a ir muriendo uno tras otro, quien resista más, que entierre al resto en el suelo del sótano que papá y yo levantamos cuando los cuerpos del abuelo y de Juan, mi hermano, empezaron a oler. Al principio nos estaban matando los propios muertos, qué locura, mamá jamás volvió del mercado y de Ruth, mi hermana, hace semanas que no sabemos nada. Entablillamos puertas y ventanas por dentro para evitar verles la cara. Sus ojos como idos, de mirada perdida y demente, y sus encías, hinchadas y sangrantes, que deforman sus bocas en una mueca de hambre irracional. Su piel putrefacta infectada por llagas purulentas. Sabemos que no podrán entrar, aunque son muchos, no tienen la fuerza necesaria para forzar ninguna entrada, se limitan a chocar, día tras noche, noche tras día, chocar sin descanso, sus gruñidos se clavan en mi mente, aún escucho los gritos de la gente cuando cierro los ojos.
Pero ahora nos mata el hambre. Padre ha decidido que debemos comernos a Juan, yo no estoy de acuerdo. No porque sea mi hermano sino porque su carne ya estaba podrida antes de que lo lleváramos abajo. Dice que nos debe dar igual, es comer carne infecta o morir de inanición. Yo prefiero abrir la puerta. No nos quedan latas, ni cereales. Cuando cayó la central eléctrica se acabaron los suministros de luz y de agua. Todo está muerto, podrido. Vamos a morir, pero yo no puedo matar a mi padre y él dice no tener el valor de matar a su hijo. Por eso voy a abrir la puerta. No tenemos armas en casa. Correré, si consigo distraerlos mi padre podrá huir y buscar comida. Voy a abrir la puerta. Voy a…
Las manos me agarran por el cuello y me dan la vuelta, mi padre ha tenido la misma idea que yo pero ha fallado. Su cuerpo se convulsiona en el umbral a medio metro del suelo, objeto de disputa entre dos muertos hambrientos. Las criaturas han entrado, me tienen, huelo la podredumbre en sus gargantas, los restos de carne que cuelgan de sus molares. Las manos me levantan y veo a mi madre, y a Ruth, apenas las reconozco, hacen cola para repartirse mis entrañas. Al menos sé que tras el dolor podré reunirme con ellas. Porque volveré, todos lo hacen. Y la carne podrida del abuelo y de Juan dejará de ser un problema.
jueves, 3 de junio de 2010
Firma de libros conjunta de 'Claro de Luna' y 'Noctámbulo' en la Feria del Libro de Santa Cruz.
Hace muchos años que Paula Montero y su hermano Javier no tienen noticias de Diego, su viejo amigo de la infancia. Eso resulta particularmente doloroso para Paula, que siente por él una atracción especial.
Hoy Paula es forense criminalista en Las Palmas y está enfrascada en uno de los casos más complicados de su reputada carrera: las víctimas aparecen brutalmente asesinadas en las condiciones más insólitas y sin una gota de sangre en sus cuerpos.Ahora Diego aparece de nuevo en su vida. Pero ahora Diego es un asesino a sueldo. Y ahora Diego está muerto.
Esta es la historia de Sable, el Noctámbulo.
Buenas noches a todos. Bienvenidos a vuestro “Claro deLuna”, donde cada palabra tiene respuesta.
Así comenzaba cada noche Luna Ortega su programa de radio.
La vida no ha resultado fácil para Luna, monotonía y frustración entre medias de un fracaso amoroso tras otro. Sabe que ha llegado la hora de un cambio.
Presenta un programa radiofónico nocturno, cada madrugada presta oídos a las voces anónimas que buscan en ella consuelo y compañía.
Hasta que una de esas llamadas resulta ser diferente a todas las demás, a medio camino entre un crimen horrible y una broma macabra.
Luna no sabe qué pensar, pero desde ese momento se sentirá acosada, vigilada, perseguida, con su vida sumida en una espiral de miedo y confusión en la que sólo tendrá la ayuda de un joven del que sabe tan poco como de ella misma.Ahora Luna debe luchar por sobrevivir, ése no era el cambio que su vida necesitaba.
viernes, 14 de mayo de 2010
Letras de Sangre: Zombie Island, de David Wellington.
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jueves, 6 de mayo de 2010
Presentación de 'Claro de Luna' en Espacio Canarias, Madrid.
el sábado 8 en el Espacio Canarias de Madrid.
El autor refleja en esta obra «lo que todos hemos sentido al encontrarnos solos ante las espinas de la vida»
El acto cuenta con el respaldo del programa Canarias Crea.
Ediciones Idea ha lanzado, dentro de la colección Tid (Textos Idea), la primera novela de Miguel Aguerralde Movellán, Claro de Luna, una ficción sobre «la soledad de la indefensión, del camino de uno mismo por romper con la confortabilidad de la infancia y la adolescencia y atreverse a irrumpir en el mundo adulto como un soldado en campo abierto», en palabras del escritor. Esta obra se presenta el próximo sábado, 8 de mayo, a las 20:00 horas, en el Espacio Canarias. Creación y Cultura de Madrid (Calle Alcalá, nº 91). El autor estará acompañado por el escritor y poeta Luis Antonio González Pérez. El acto cuenta con el respaldo del programa Canarias Crea del Gobierno de Canarias para la promoción exterior de los creadores isleños.
La protagonista de Claro de Luna presenta un programa radiofónico nocturno en el que, cada madrugada, presta oídos a las voces anónimas que buscan en ella consuelo y compañía. Una de esas llamadas resulta ser diferente a todas las demás; a medio camino entre un crimen horrible y una broma macabra. Desde ese momento, Luna se sentirá acosada y sumida en una espiral de miedo y confusión en la que sólo tendrá la ayuda de un joven del que sabe tan poco como de ella misma. Según Miguel Aguerralde, Claro de Luna, «la metáfora de una joven locutora solitaria torturada por un sin fin de terrores y dudas, no es más que el reflejo de lo que todos hemos sentido al encontrarnos por primera vez solos ante las espinas de la vida». El escritor no esconde la influencia en esta obra de un programa radiofónico del estilo de Hablar por hablar: «En mi casa nunca fuimos fieles a este tipo de programas, pero, sin embargo, jamás olvidaré una noche de insomnio en la que el azar me llevó a sintonizar uno de ellos. Bien entrada la madrugada, recibieron la llamada de una mujer que decía ser ciega y que entre susurros afirmaba temer a su marido. Le temblaba la voz, parecía horrorizada, y de repente, con una exclamación, la llamada se cortó. La presentadora, enfadada, se lo tomó como una broma de mal gusto, pero a mí, que debía rondar los trece o catorce años, me heló la sangre y siempre me pregunté qué habría sucedido. Supongo que esa noche nació Claro de Luna».
Miguel Aguerralde reconoce que, sin haber sufrido las penurias de la protagonista, sí se ha inspirado en algunos aspectos o experiencias de su vida, como su «inquietante casa y parte de lo que allí le sucede». Se trata, apunta el autor, del «primer apartamento al que me mudé cuando salí de casa de mis padres, un cubículo aterrador pegado al Parque San Telmo, sin mirilla ni apenas luz al final de un tétrico pasillo, con una comunidad de vecinos espeluznante y una sucesión de sonidos indeterminados cada noche. Ponía los pelos de punta.».
En cuanto a sus maestros literarios, Miguel Aguerralde Movellán cuenta que la primera vez que se propuso «inventar una buena historia fue al terminar La Esfinge de los Hielos, de Julio Verne. Quería más, mucho más». Posteriormente, «el suspense aventurero de los primeros libros de Arturo Pérez Reverte, el terror cercano de Stephen King o la imaginación macabra de Clive Barker han influenciado por encima de otras lecturas en mi manera de entender la escritura», añade.
Trayectoria
Miguel Aguerralde Movellán nació en Madrid a finales de los setenta, pero siendo aún muy pequeño su familia se estableció en Las Palmas de Gran Canaria. Canario de adopción, pasó su infancia y su adolescencia embarcado en un viaje de libros de aventuras y novelas de misterio, hasta que en el año 2000 se atrevió a tomar la iniciativa y empezó a escribir él mismo las historias que le hubiera gustado que otros le contaran. Desde entonces ha compaginado una infinidad de ocupaciones con su vocación de cuentacuentos, volcando en su viejo portátil y en varias docenas de cuadernos y libretas todo aquello que brotaba de su inquieta imaginación. Hoy en día se dedica a la docencia y dirige el blog www.desdeelsotano.es, de críticas de cine y literatura, donde cuelga sus relatos y practica la escritura cada día. «Nunca paro de escribir», afirma Aguerralde. Por eso, la publicación de su primera obra, Claro de Luna (Ediciones Idea, 2009), coincide «con otras seis o siete novelas esperando su turno o su golpe de suerte».
Para más información:
lunes, 3 de mayo de 2010
Letras de Sangre: Tres Funerales para Eladio Monroy.
martes, 27 de abril de 2010
Letras de Sangre. 'Un Rastro de Sirena'.
Muchas veces dejamos a un lado lo que tenemos más cerca y luego, cuando echas la vista atrás y pretendes recuperarlo es cuando ves que ha pasado de largo. Y yo tuve tanto tiempo para leer la obra de mi entonces profesor, que cuando encontré al fin a Ricardo Blanco, José Luis Correa hacía tiempo que se me había escapado.
Tengo presente la saga de Ricardo Blanco - que se completa, hasta ahora, con 'Muerte en abril' y 'Muerte de un violinista', porque cuando abrí sus páginas, encontrándome muy, muy lejos de la novela negra que podríamos llamar clásica, me di cuenta que la novela negra clásica estaba muy, muy viva y muy, muy guapa, al menos en Canarias.
'Un Rastro de Sirena' no sólo continúa esa senda de vocabulario vivaz, canarión e isletero, y esa prosa a medio camino entre la ironía más cínica y el estilo más depurado. No sólo se lee con tanta diversión como las desventuras, años ha, de Maracha y el pánfilo Camember. No sólo te arranca la sonrisa con sus parrafadas sin pausa, sus diálogos inmiscuídos en el párrafo y sus verdades como puños, sociales y callejeras, disfradas de lenguaje real como la vida misma, que además te presenta un caso policial brutal que te pega de principio a fin a sus páginas.
No sólo pone en tu piel una aventura como si la estuvieras viendo, narrada, descrita y contada al pie de la calle, por un tipo real en una ciudad real con problemas reales, sino que encima te atrapa, te engancha, y te lo pasas de puta madre.
Me leí las tres primeras entregas de la saga policiaca de José Luis Correa como un tiró, en un sólo verano, alucinando por lo mucho que me atraía ese estilo innovador y ese acercamiento a la vida, la gente y la calle canaria. Tal vez pequé de ambicioso y con la tercera el resuello se me iba escapando, llegué a pensar que Ricardo Blanco y yo siempre nos llevaríamos bien, pero que tanta convivencia de sopetón nos iba a acabar distanciando.
Y envidio a su autor, como dije al principio, porque daría un brazo por escribir como él, por saber retratar al tipo de la calle con pinturas tan verosímiles, y por saber enlazar unos casos, misterios, trabajos detectivescos que ya quisieran Spade, Marlow y Poirot. Eso sí, al ritmo de Charlie Parker.
Qué gran tipo y qué gran libro, carajo. Que diría Colacho.
sábado, 17 de abril de 2010
Portada y Web de 'Noctámbulo'.
Pronto llegará a las librerías, 'Noctámbulo', la nueva novela de Miguel Aguerralde, autor de 'Claro de Luna'.
Un cuento de Terror vampírico adaptado a nuestros días en el que se mezclan el amor, la tragedia, el Terror y el suspense.
Todavía no hay fecha confirmada de salida a la venta, en Desde el Sótano iremos avisando de todas las novedades pero mientras, en su web oficial podéis encontrar información sobre cuándo y dónde encontrarla.
Visita su web aquí.
En lo que contamos los segundos de espera, si quieres hacer una reserva podéis dejar un comentario aquí, en el Libro de Visitas de su web o escribiendo al correo del autor,
Ahora sólo queda esperar que la imprenta sea veloz y tengamos Noctámbulo en nuestras manos cuanto antes.
domingo, 7 de marzo de 2010
Noche de Tormenta.
Las luces del pasillo parpadearon como un pestañeo, como el aleteo de un pájaro, pero finalmente permanecieron encendidas. No fue la única vez. Al final de ese pasillo, en la salita, Ángela leía los primeros capítulos de una novela, ésa en la que un tipo tan raro abría una tienda de Cosas Necesarias en un pueblo de Nueva Inglaterra. Se preguntaba qué pasaría a continuación cuando las luces del corredor volvieron a zumbar.
La lluvia golpeaba con furia los cristales de la salita, y el viento, fuerza inesperada, alerta naranja, arrojaba hojas secas y pequeñas piedras contra las ventanas. Habían dicho en la televisión que en la ciudad las rachas del vendaval habían derribado un drago y arrancado de sus bases varias señales de tráfico. La última vez que Ángela se había atrevido a asomarse los relámpagos teñían de azul eléctrico un cielo negro como la pez.
Que sean ellos, pensó, que sea mi prima, su marido, y el maldito ejército de salvación, que sean ellos. Se lanzó por el pasillo a oscuras, tropezando con una mesita que no recordaba que estuviera allí y sin pensar en que su prima o su marido tendrían llave y no utilizarían el timbre. Las luces del pasillo aletearon otra vez pero volvieron a apagarse. Ángela abrió la puerta y recibió el golpe de un viento mojado en lluvia y la visita de un hombre embozado que no conocía. La sangre se detuvo en sus venas.
Soplaré y soplaré. No podía pensar en otra cosa.
Quedó de una pieza al entrar en la cocina. Sintió el chasquido de su corazón al detenerse, el golpe del aliento al tropezar contra sus pulmones bloqueados por el miedo. Todos los cajones y puertas de los muebles estaban abiertos, algunos vaciados sobre la encimera o el suelo. Las cortinas, arrancadas, caían sobre el grifo y los platos rotos del fregadero, la leche se derramaba desde la puerta abierta del frigorífico, donde un gato muerto enterraba su cabeza ensangrentada en una fuente de pasta gratinada.
Salió corriendo de la habitación conteniendo las náuseas, al abrir la puerta resbaló con los restos de flores tiradas y fue a chocar contra la pared del pasillo pero consiguió recuperar el pie y se apresuró en bajar la escalera para recuperar su cuchillo. El tipo de la luz ya no estaba junto a la cocina. Y el cuchillo tampoco.
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